Problema vasco... problema euskaro
¿no dicen los historiadores vascos que “el problema vasco” data del siglo XIX? El vasco, puede ser; pero el eúskaro, desde luego que no. He insistido en esta época porque la historia de estos eúskaros civilizados no tiene desperdicio. Además de mostrarnos, con tanto tiempo de adelanto, lo que sucede cuando se desechan los postulados Naturalistas para abrazar los del Civilismo; condensa muy bien su trágica evolución, desde el “politizamiento” griego hasta la civilización romana. ¿Desaparecer es progreso? Así es. El progreso civilista implica que la mayor parte de sus seres humanos se conviertan en masas dirigidas por una u otra minoría.
Total. Los romanos expandieron su progreso Ebro arriba y de costado con la misma metodología y oferta, a limpio golpe y: sometimiento o exterminio. El caso es que: ¿ofreció otra alternativa el duque de Alba (general del ejército invasor) a los habitantes del Reino de Navarra en 1512? Pero; ¿no es inaudito que muchos nava-ricos no les ofrecieran ni tan siquiera eso a los más de 3.000 nabarros que asesinaron en el verano de 1936?
¿Progreso? ¿Civilización? No; no hay tal, entendidos tales conceptos en sentido positivo. Como dicen en Venezuela, “Ojo pelao”, porque la historia nos enseña que cuanto más desarrollo material alcanza una civilización, más cerca está su ocaso.
Numancia y Calahorra siguen clamando a los Hombres de Buena Voluntad su tragedia, tan alto como Hiroshima, Nagasaki o Gernika. No respiro bien cuando pienso cómo esos desgarradores ecos siguen siendo opacados por el confort del bienestar. Cómo los profesores y publicadores citan estos episodios como anécdotas del Progreso y la Civilización. En fin, allá éllos con sus conciencias.
Sin embargo, bien porque los eúskaros de río arriba habían aprendido en la cabeza de sus excompañeros de cultura o porque eran gentes de armas tomar, los avances de la civilización romana no dieron los mismos resultados en el interior de Euskolandia.
El Licenciado Poza nos refiere en 1587 que Lucio Floro dejó escrito “... con encarecimiento que los cántabros hacían la dicha guerra con mucha más obstinación, soberbia y brío que los asturianos; porque, como él (Lucio) dice, era gente que no se contentaba con defender su libertad, sino que también trataban de conquistar a sus vecinos comarcanos de la devoción romana...”.
Cantabria, en plena Edad Media, todavía incluía a los territorios que luego serían conocidos como Vizcaya, La Rioja y Alaba. Por lo que se lee, los kántabros eran conscientes de que el “remedio” romano era peor que su “enfermedad” y de ahí su ardor defensivo, azuzado por el instinto más genérico de la Naturaleza: el de supervivencia. En el caso Humano, ese instinto no puede quedarse en su fase elemental, en la simple vivencia animal, sino que requiere de su forma evolucionada, en la que la Libertad personal es tan necesaria como la social.
Por otra parte, nada más lógico y natural, el hecho de que los kántabros atacasen a sus vecinos, antiguos con’naturales suyos, entre otras razones porque muchos de éllos iban a la vanguardia de las legiones romanas, tal y como irán los nava-ricos del partido beamontés en cabeza del ejército que subyugó al Reino de Navarra; o los nava-ricos del partido carlista en la vanguardia del ejército franquista. Ya veremos como esto fue una constante respecto a los Andikis y Jauntxos de todos los tiempos.
Un poeta romano, Horacio, nos dice muchas otras cosas de aquellos kántabros pero me limitaré a señalar tres. La primera, que “... no pudieron ser uncidos al férreo yugo romano (Cantaber indoctus nostra ferre iuga) ...”. La segunda, en palabras del propio Poza, “... Cantabria es la que puso terror y espanto a los ejércitos romanos, obligándolos más a pelear por la vida que por la ambición ... con ella confiesan las historias que amedrentaban a las compañías y legiones que mostraban cobardía, amenazándolas que las pondrían con los cántabros, para que con ellos supiesen de veras qué cosa era el temer y azorarse, de que quedó muy celebrado el adagio contra los cobardes: Ad bellum Cantabricum (a la guerra Cantábrica –con ellos-) ...”. La tercera, que “... de esta nación se contaba por cosa no vista, oída ni entendida, que cuando mataban o atormentaban a un vascongado, ése les echaba coplas y pullas, a que llamaban Pean Cantabricum”.
¿Será por mera casualidad o por cuestión genética, lo que mi memoria me acaba de recordar?. Es el caso que me contaba un conocido, cómo a un amigo suyo, bizkaino como él, un tal Hidalgo, capitán de la Guardia Civil “española”, célebre (por su crueldad) le golpeaba con un martillo en la cabeza para que “cantase” (obtener información). El bizkaino menudo de cuerpo, que menudo eúskaro era, por espacio de tres días cantaba: “ Euzko gudariak gera, Euskadi askatzeko ...” (Eúskaros guerreros somos, para Euskadi (Patria vasca) libertar ...) . De no haber cejado el capitán “español” (estas comillas las pongo porque los verdaderos españoles no son así, sino gente de Bien y Trabajo) en su civilizado método de investigación, es obvio que nuestro bizkaino menudo, hubiese muerto; tal y como ha ocurrido en otros casos.
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